Comienza la época de vendimia. Hace apenas un par de semanas, durante un espectacular viaje por la Ribera Sacra (Galicia), estuve visitando Alma Das Donas una bodega cuyos viñedos se asoman atrevidamente hacia las orillas del río Sil. Es por esta elevada inclinación de sus terrenos que forma parte de la denominada Viticultura Heroica (aquella que se produce en laderas con una inclinación superior al 30%, siendo en esta zona ¡más del doble!) Esta peculiar característica impide el uso de maquinaria en estas fincas, haciendo aún más ardua, entre otras tareas, la recolecta que en los próximos días se llevará a cabo.
Mientras caminaba con precaución entre variedades de Mencía y Godello y los últimos rayos del sol vespertino se reflejaban en las aguas del Sil a pocos metros de su desembocadura en el Miño, me vino a la mente la gran importancia del equilibrio en nuestra empinada existencia. Equilibrio como estabilidad pero también como compensación. Mantenernos en equilibrio para no caer pero también para encontrar el punto de entendimiento, el win-win del que ya hablamos en este post.
El equilibrio en comunicación resulta de la proporcionada combinación entre asertividad y empatía. Es decir: saber expresarnos con claridad y honestidad al tiempo que ponemos en práctica una escucha activa.
Últimamente me vengo fijando en tres factores que con frecuencia rompen este equilibrio:
- Confundir asertividad con arrogancia. Es decir, pensar que la libertad de expresión me da derecho a juzgar y menospreciar los pensamientos y sentimientos ajenos, presuponiendo que los míos son los correctos.
- Ocultar o falsear información deliberadamente evitando así responsabilizarnos de nuestros actos (por ejemplo: decir que “estoy llegando” cuando acabo de salir de casa; no decir que le he dado un golpe al coche y esperar que no te des cuenta…)
- No prestar atención cuando me hablan (y enfocarme sólo en mi respuesta, o en cualquier otra cosa ajena a la conversación, como el teléfono móvil).
¿Percibes alguno de estos comportamientos en ti mismo/a? En casa, en el trabajo, con amigos/as, frente a una audiencia… Sí, quizá los hayas observado en otras personas y te hayan enfadado en más de una ocasión, pero en tu mano sólo está corregirte a ti mismo/a y cuidar que tu comunicación (al igual que tus pasos) se sustente en el equilibrio.
Para ello la clave está en la conciencia. Presta atención a tus palabras y a tus intenciones. Sólo siendo honesto/a contigo podrás serlo con los/as demás. Del mismo modo que un despiste puede dar lugar a un tropiezo que eche a perder kilos de uvas (y provocarte un esguince o rotura), un desequilibrio en la comunicación desembocará en malentendidos, discusiones, enfados y frustraciones.
Sé consciente de dónde estás, a dónde quieres llegar, cómo es el camino que quieres tomar y qué circunstancias y factores externos pueden afectarte. De este modo desarrollarás la mejor estrategia, aquella que se adecúe de forma equilibrada a tus objetivos.