Aunque en las diferentes secciones de esta web te he contado bastante acerca de mi experiencia y mi devoción por el mundo de la comunicación, hoy quiero profundizar un poco más en las razones por las que considero tan importante adoptar patrones comunicativos positivos.
Estarás de acuerdo conmigo en que todas/os tenemos derecho a expresarnos, a compartir nuestros sentimientos y formas de pensar, a ser escuchadas/os y respetadas/os. Y sin embargo ¿no has notado que nuestro comportamiento, por lo general, tiende hacia el lado opuesto? Es decir, a imponer ideas, censurar acciones y comentarios (muchas veces de forma muy violenta), interrumpir, alzar la voz…
Esto es algo que no sólo observo en las demás personas, sino también en mí misma más veces de las que me gustaría. Cuando comencé a ser consciente de ello empecé a prestar mucha más atención tanto a mi entorno como a mi propio comportamiento: ¿qué cosas me enfadan? ¿Por qué me irrito ante ciertos comentarios o actitudes? ¿Qué personas me provocan antipatía y cuales simpatía, y por qué? Y estas preguntas me llevaron a buscar el cambio necesario en mí, en mi propia comunicación (conmigo misma y con el mundo) para eliminar de mi rutina esos patrones que no me aportaban nada de provecho.
Esto es algo que tú también puedes hacer. Te propongo lo siguiente: en los próximos días observa (en tu trabajo, en tu casa, en la televisión, en redes sociales) cuántas veces unas personas interrumpen a otras a mitad de frase (es más, ¡te invito a contarlas!), o suben el volumen de su voz para hacerse oír por encimas de las/os demás. Cuántas veces la persona que tienes delante comienza a mirar el móvil mientras estás hablando (y cuántas veces lo haces tú). Cuántas veces escuchas a alguien hablar con desprecio de otro alguien que, casualmente, no está presente. Cuántas veces criticas (a otras/os o a ti misma/o), cuántas veces juzgas o censuras… Y en los mismos próximos días fíjate también en cuántas personas respetan el turno de palabra, escuchan, responden con respeto y se cuestionan a sí mismas.
Ya me dirás la conclusión a la que llegas.
A menudo presencio acaloradas discusiones en las que las partes implicadas defienden la misma postura, pero, como no se escuchan, jamás llegan a un acuerdo. Seguramente yo también haya participado en conflictos similares sin ser consciente de ello. Y me parece tan ridículo que pienso: ¿tan difícil es adoptar unas formas de comunicación más respetuosas y, a la postre, menos conflictivas? ¡Por supuesto que no! Pero luego me paro y recapacito al respecto, y se me viene a la cabeza una sencilla comparación: la primera vez que cogí el volante de un coche me pareció imposible hacer todo lo que era necesario para poder conducir, y sin embargo ahora soy capaz de pisar el embrague, cambiar de marcha, poner el intermitente, girar el volante y mirar por el retrovisor, todo a la vez y en menos de 5 segundos. Entonces llego a la conclusión de que todo, absolutamente todo, es cuestión de práctica.
No podemos distinguir entre pautas de comunicación nocivas y patrones saludables si nadie nos lo ha enseñado previamente, si no tenemos los referentes adecuados, si ni siquiera entendemos cómo afecta a nuestra vida. Y mucho menos podremos poner en práctica una comunicación no violenta si desconocemos cómo hacerlo.
Sólo el aprendizaje y la experiencia nos va convirtiendo en personas hábiles en cualquier actividad y materia.
Te invito a observar, a prestar atención a tu alrededor y a ti misma/o. ¿Ves cosas que te disgustan? Busca soluciones, siempre las hay, aunque en este momento las desconozcas. Detectar tus debilidades es el paso más importante para comenzar a crecer. Y lo más importante, como dijo Gandhi, “Sé el cambio que quieres ver en el mundo”. Nada es fácil a la primera, ¡pero el resultado merece el esfuerzo!
Por mi parte, seguiré observando, investigando y aprendiendo para poder compartir contigo recursos de todo tipo que puedan ayudarte a solucionar cualquier bloqueo o conflicto comunicativo. Si tienes alguna duda en concreto o quieres compartir alguna experiencia al respecto, ¡te leo en comentarios!